¿Has experimentado sentimientos de desesperanza o de impotencia e inutilidad?
¿Has pensado en la muerte o el suicidio debido a la creencia persistente de que no vale la pena vivir o que eres una carga para los demás?
¿Has presentado cambios en el apetito, pérdida o aumento de peso no relacionados con la dieta; dificultad para dormir o duermes demasiado?
¿Tienes dificultad para concentrarte o tomar decisiones?
¿Has perdido el interés o placer en actividades que alguna vez disfrutaste?
¿Sufres de dolores de cabeza, dolor de espalda y dolores musculares?
Si respondiste "si" en al menos dos preguntas y te has sentido de esta manera durante al menos dos semanas, o inclusive, años; es probable que tengas algún tipo de trastorno depresivo.
Antes de establecer un diagnóstico, es importante notar la diferencia entre la tristeza (que en algún momento todos llegamos a sentir, es pasajera, desaparece por sí sola, y nos permite volver a sentirnos motivados y activos); de aquello que ya es crónico y disfuncional como un trastorno depresivo, en donde hay una afección en las actividades cotidianas, y se refleja experimentando desánimo, aislamiento social, descuido personal, fatiga, etc..; inclusive, llegando a pensar que la vida no tiene sentido y no vale la pena.
Los niveles altos de afectividad negativa vuelven a los sujetos más proclives a desarrollar episodios depresivos en respuesta a los acontecimientos vitales estresantes. Los acontecimientos adversos en la infancia, también constituyen un potente conjunto de factores de riesgo para contraer un trastorno depresivo.
Los trastornos depresivos, se pueden clasificar de la manera siguiente:
Trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo
El diagnóstico se puede considerar en niños mayores de 6 años y hasta 12 años de edad.
El rasgo central de este trastorno es la presencia de irritabilidad crónica, grave y persistente. Mediante accesos de cólera frecuentes (normalmente, como respuesta a la frustración), que pueden ser verbales o conductuales (gritar grosería, ofender a los otros, mostrando agresividad contra objetos, uno mismo y otras personas). Deben ocurrir como promedio, tres o más veces a la semana, por un año o más y presentarse en al menos dos contextos del niño (por ejemplo: en la casa y en el colegio). Deben ser inapropiados para el grado de desarrollo o la edad del niño.
También es evidente en un estado de ánimo persistentemente irritable o de enfado crónico entre graves accesos de cólera. Este estado de ánimo irritable o enfadado deber ser característico del niño, debe estar presente la mayor parte del día, casi a diario, y debe ser apreciable por otras personas del entorno del niño.
Trastorno de depresión mayor
Se caracteriza por un período de al menos dos semanas, en el cual existe un estado de ánimo depresivo persistente, incapacidad de experimentar felicidad o placer, autocrítica, rumiación pesimista, sentimientos de minusvalía, autodesprecio, inutilidad o culpa, disminución de energía, cansancio, dificultad para concentrarse o tomar decisiones, ideas de autoanulación; fluctuaciones en el peso, los patrones de sueño y en la alimentación; ideas, planes o intentos recurrentes de poner fin a la propia vida, de no ser digno de vivir o de ser incapaz de hacer frente al dolor de la depresión (no asociados a pensamientos o preocupaciones específicas). Estos síntomas deben persistir la mayor parte del día, casi todos los días. El episodio debe acompañarse de un malestar clínicamente significativo o de una alteración del funcionamiento social, ocupacional o de otras áreas importantes. En algunos casos de episodios leves, el funcionamiento puede parecer normal, pero requiere un esfuerzo notablemente elevado. Para establecer el diagnóstico, se evalúa la gravedad actual (leve, moderado o grave). También habrá que considerar si los familiares de primer grado han cursado algún trastorno depresivo mayor, pues esto predispone de dos a cuatro veces a padecerla.
Trastorno depresivo persistente (distimia)
El rasgo principal de este trastorno, es un ánimo depresivo (triste o "por los suelos") que se experimenta la mayor parte del día, casi todos los días, presente en un período de al menos dos años (mínimo un año en los niños y adolescentes); y podrá haber intérvalos sin síntomas (máximo dos meses).
Para diagnosticarla, el clínico contemplará la presencia de al menos dos síntomas de seis que son característicos en este trastorno, entre ellos, 1. Poco apetito o sobrealimentación. 2. Insomnio o hipersomnia. 3. Poca energía o fatiga. 4. Baja autoestima. 5. Falta de concentración o dificultad para tomar decisiones. 6. Sentimientos de desesperanza.
También hay que considerar que la depresión mayor y el trastorno depresivo persistente pueden ocurrir juntos.
Trastorno disfórico premenstrual
Las características esenciales son la expresión de labilidad afectiva, disforia y síntomas de ansiedad que se repiten durante la fase premenstrual del ciclo y que remiten alrededor del inicio de la menstruación o poco después. Estos síntomas pueden acompañarse de síntomas conductuales y físicos, y deben haber aparecido en la mayoría de los ciclos menstruales durante el último año, afectando negativamente al funcionamiento laboral y social; pudiendo estar influenciados por las perspectivas familiares y otros factores más específicos, como las creencias religiosas, la tolerancia social y aspectos relacionados con el papel de la mujer. Típicamente, los síntomas alcanzan su cumbre alrededor del comienzo de la menstruación; aunque no es infrecuente que los síntomas permanezcan durante los primeros días de la menstruación. Aunque los síntomas nucleares son los síntomas afectivos y de ansiedad, también aparecen síntomas conductuales y somáticos. Para confirmar el diagnóstico provisional se requieren evaluaciones diarias de los síntomas durante al menos dos ciclos sintomáticos. Los factores ambientales que se asocian a la presentación este trastorno, son el estrés, los antecedentes de traumas interpersonales, los cambios estacionales y los aspectos socioculturales de la conducta sexual femenina en general y del papel del género femenino en particular.
Trastorno depresivo inducido por una sustancia/medicamento
Las características de este trastorno, incluyen los síntomas de un trastorno depresivo, pero estos se asocian al consumo, la inyección o la inhalación de una sustancia (drogas, toxinas, psicotrópicos, u otros medicamentos como los estimulantes, los esteroides, antibióticos, fármacos del sistema nervioso central y quimioterápicos, agentes dermatológicos e inmunológicos). Los síntomas depresivos persisten mayor tiempo del esperado para los efectos fisiológicos o del período de intoxicación o de abstinencia. El trastorno depresivo se debe haber desarrollado durante el consumo de una sustancia o dentro del mes posterior.
De igual manera que los otros trastornos, este causa un malestar clínicamente significativo o un deterioro social, laboral o de otras áreas importantes del funcionamiento.
Trastorno depresivo debido a otra afección médica
Período de tiempo importante y persistente de estado de ánimo depresivo, o una disminución notable del interés o del placer en todas o casi todas las actividades, relacionado a los efectos fisiológicos directos de una afección médica. Para el diagnóstico, el clínico realizará una evaluación exhaustiva e integral de múltiples factores. Para ello, se puede considerar la presencia de rasgos atípicos y una asociación temporal entre el comienzo, la exacerbación o la remisión de la afección médica general y la alteración del ánimo. Existen asociaciones claras y algunos correlatos neuroanatómicos entre depresión e infarto cerebral, enfermedad de Huntington, enfermedad de Parkinson y daño cerebral traumático. Entre las afecciones neuroendocrinas más estrechamente asociadas a la depresión se encuentran la enfermedad de Cushing y el hipotiroidismo.
Otro trastorno depresivo especificado
Esta categoría se aplica a presentaciones en las que predominan los síntomas característicos de un trastorno depresivo que causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento, pero que no cumplen todos los criterios de ninguno de los trastornos depresivos. Se utiliza en situaciones en las que el clínico opta por comunicar el motivo específico por el que la presentación no cumple los criterios de un trastorno depresivo específico. Algunos ejemplos de presentaciones que se pueden especificar en esta clasificación son los siguientes: depresión breve recurrente, episodio depresivo de corta duración (4-13 días), y episodio depresivo con síntomas insuficientes.
Otro trastorno depresivo no especificado
Esta categoría se aplica a presentaciones en las que predominan los síntomas característicos de un trastorno depresivo que causan malestar clínicamente significativo o deterioro, pero que no cumplen todos los criterios de ninguno de los trastornos depresivos; o cuando no existe suficiente información para hacer un diagnóstico más específico (p. ej., en servicios de urgencias).
En los trastornos depresivos también se pueden presentar otros síntomas asociados a ansiedad (nerviosismo, tensión, inquietud, incapacidad para concentrarse debido a las preocupaciones, miedo a que pueda suceder algo terrible, experimentar pérdida de control sobre uno mismo); síntomas maníacos/hipomaníacos (mixtos).
El tratamiento para abordar los síntomas, lo puede brindar un psicoterapeuta experto en el área, quien en ocasiones, trabajará en conjunto con un psiquiatra que prescriba tratamiento farmacológico. Para la depresión, el objetivo es gestionar las sensaciones de tristeza, soledad, vacío y desesperanza, aumentando los niveles de energía, teniendo impacto en la motivación y en la actitud hacia la vida.
Fuente: American Psychological Association [APA]. (2014). Manual de diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5).
Si te has sentido o te sientes de esta manera, acude a un profesional de la salud mental. Ellos te podrán brindar el soporte que necesitas para enfrentar la depresión.
*Puedes realizar el siguiente Inventario de depresión (de manera gratuita) para tener mayor claridad en cuanto a tus síntomas, pero recuerda que los resultados NO implican un diagnóstico, este, lo debe establecer un especialista en salud mental.
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